La baja libido es la disminución sostenida del deseo sexual, la motivación para iniciar o disfrutar relaciones íntimas. Aunque es normal experimentar altibajos en el interés sexual a lo largo de la vida, la persistencia de un deseo muy bajo puede causar malestar personal y en la pareja. En nuestro centro especializado de salud sexual en Palma de Mallorca hemos elaborado esta guía para ayudar a identificar señales de alerta y saber cuándo es conveniente pedir ayuda. Nuestro objetivo es fomentar la comunicación, la conciencia del problema y la búsqueda de recursos profesionales que restauren el bienestar sexual y la plenitud personal.
¿Qué es la baja libido?
La libido es la energía emocional y biológica que impulsa el deseo de relacionarnos íntimamente. Su funcionamiento implica factores hormonales, psicológicos y relacionales. En algunos casos se diagnostica un trastorno hipoactivo del deseo sexual (un tipo de disfunción sexual) cuando faltan persistentemente fantasías eróticas, ganas de iniciar sexo o placer durante el encuentro. Sin embargo, no es necesario cumplir criterios clínicos estrictos para buscar ayuda. Incluso si no encajas exactamente en esa definición, cualquier cambio importante en tu deseo sexual que te genere preocupación o sufrimiento es motivo para prestar atención.
El deseo sexual varía entre individuos y situaciones. En general se considera normal cierta reducción gradual con la edad. También influyen etapas vitales (estrés académico, nuevos trabajos, cambio de rutina) que pueden moderar el interés sexual. Pero cuando la falta de apetito sexual persiste o se acompaña de sentimientos negativos (frustración, culpa, ansiedad), es importante no ignorarlo. Sentirse mal por no “tener ganas” o notar enfriamiento en la relación puede afectar tu realización personal y bienestar global. Reconocer este problema y considerarlo parte de la salud sexual es el primer paso hacia la solución.
Señales de alerta
Fíjate en algunos indicadores que sugieren que la baja libido está influyendo en tu vida cotidiana o en tu relación. Si ocurren de manera continua (varias semanas o meses), vale la pena consultar. Algunas señales de alerta son:
- Ausencia persistente de deseo sexual: Te resulta complicado o indeseable tener fantasías eróticas, o te das cuenta de que has dejado de iniciar el contacto íntimo con tu pareja. La pasión desaparece de las conversaciones y no sientes ganas de relaciones.
- Falta de placer o comodidad al tener sexo: Incluso cuando estás en pareja, las relaciones suelen ser insatisfactorias o dolorosas. Se pierde el goce: ya no sientes excitación, lubricación (en las mujeres) o erección con normalidad. Esto puede indicar un problema físico o emocional subyacente.
- Estrés y fatiga que reducen el deseo: El cansancio extremo –por exceso de trabajo, insomnio o enfermedades crónicas– suele disminuir el deseo sexual. La ansiedad o la depresión no tratadas también son causas frecuentes de libido baja. Si notas que el agotamiento físico o emocional domina tu rutina y te “apaga” el interés sexual, es un motivo de consulta.
- Conflictos de pareja por falta de intimidad: Si la escasez de relaciones sexuales genera tensión, reclamos o resentimiento entre ambos, es una señal clara. La baja libido puede hacer que tu pareja se sienta rechazada, y el malestar en la relación –conflictos, discusiones sobre sexo– retroalimenta aún más el problema.
En resumen, si la pérdida de deseo sexual está acompañada de malestar emocional, dificultades en la pareja o empeora tu calidad de vida, es conveniente buscar ayuda profesional. No esperes a que el problema sea irreversible; hablarlo con un especialista puede aliviar la carga y abrir nuevas soluciones.
Factores involucrados
La libido baja puede obedecer a múltiples factores. Generalmente están presentes elementos biológicos, emocionales y relacionales que interactúan. Revisemos algunos de los más comunes.
Causas biológicas
Las hormonas y la salud corporal influyen directamente en el deseo sexual. Por ejemplo, los cambios hormonales propios del ciclo vital (pubertad, embarazo, lactancia, menopausia) suelen afectar la libido. En la menopausia los niveles bajos de estrógenos pueden resecar la mucosa vaginal y reducir el flujo sanguíneo a la pelvis, haciendo más lento excitarse y disminuyendo el deseo. Del mismo modo, después de dar a luz o durante la lactancia ocurren descensos de hormonas (progesterona, prolactina) que habitualmente bajan el apetito sexual.
Otras condiciones médicas también pueden implicar baja libido. Enfermedades crónicas como la diabetes, el cáncer o problemas de tiroides interfieren en la respuesta sexual. Algunos medicamentos (antidepresivos, antihipertensivos, anticonceptivos hormonales, etc.) tienen como efecto secundario la disminución del deseo. Por ello, es recomendable que un profesional revise tu historial médico y medicamentos para detectar causas físicas. De hecho, la valoración clínica suele incluir exámenes físicos y análisis de sangre para medir hormonas (estrógenos, testosterona, tiroides). Un desequilibrio hormonal (como la testosterona baja en hombres o estrógeno bajo en mujeres) requiere abordaje médico específico.
Finalmente, el cansancio físico prolongado (fatiga) puede bajar la libido por sí mismo. Por ejemplo, el Síndrome de Fatiga Crónica suele incluir la pérdida del interés sexual. En resumen: cualquier alteración orgánica o física que influya en tu energía o salud general (incluyendo hábitos de sueño y alimentación) puede reflejarse en tu deseo sexual.
Causas emocionales
Tu estado anímico y psicológico juega un papel clave. La ansiedad y la depresión suelen asociarse con libido baja. Quienes padecen depresión a menudo reportan pérdida de energía general y poco interés sexual. El estrés crónico (laboral, económico o familiar) es otro gran enemigo: activar constantemente la respuesta al estrés libera hormonas que inhiben la función sexual. En otras palabras, estar preocupado o sobrecargado todo el tiempo “apaga” las ganas de sexo. Además, el cansancio mental y la irritabilidad dificultan la conexión íntima.
Por suerte, existen estrategias para contrarrestar esto. El ejercicio físico regular mejora el estado de ánimo, la energía y la percepción del propio cuerpo, ayudando a aumentar el deseo. También es útil dedicarte tiempo para descansar y relajarte: reducir el estrés mediante técnicas de respiración, meditación o terapia psicológica puede reavivar el apetito sexual. Hablar con un profesional, como un psicólogo, es especialmente recomendable cuando los problemas emocionales persisten, ya que puede enseñarte a gestionar el estrés y la fatiga de manera eficaz.
Causas relacionales (de pareja)
La forma en que te relacionas con tu pareja tiene un efecto directo sobre la libido. Una comunicación deficiente o conflictos no resueltos suelen provocar distanciamiento y, con ello, menor deseo. La intimidad emocional y física se alimenta del cariño y la comprensión mutuos. La imagen ilustra este punto: los gestos de afecto (abrazos, caricias) y la proximidad emocional son la base de una relación sexual satisfactoria. Si falta afecto en el día a día o se interrumpe el vínculo, la libido puede resentirse. Además, la falta de interés de uno puede hacer sentir al otro rechazado, generando tensión en la pareja. Este malestar aumenta el estrés relacional y crea un círculo vicioso: la ansiedad en la pareja reduce aún más el deseo sexual.
Una comunicación abierta es clave para interrumpir este círculo. Las parejas que hablan sinceramente sobre sus gustos, necesidades y preocupaciones sexuales suelen mantener una conexión emocional más fuerte. Compartir lo que te gusta o disgusta en la intimidad y expresar deseos sin reproches ayuda a que ambos se sientan escuchados. Programar momentos de intimidad también puede reactivar la pasión: aunque parezca una tarea más, reservar un espacio en la agenda para el sexo crea expectativa y cariño. En cambio, cuando los malentendidos se acumulan o el sexo se evita constantemente, disminuye la complicidad. Por eso, cuidar la comunicación y el cariño cotidiano (besos, caricias, palabras de apoyo) alimenta el deseo sexual y el bienestar de la pareja.
Terapia sexual y de pareja
Buscar ayuda profesional no es señal de fracaso, sino un recurso valioso. Terapia sexual y terapia de pareja son enfoques diseñados para reactivar la intimidad y resolver disfunciones sexuales. En consulta, un/a sexólogo/a o terapeuta sexual especializado realizará entrevistas (a veces con tu pareja) para entender la raíz del problema. Con base en esa historia sexual, propondrá pautas educativas y ejercicios prácticos: por ejemplo, tareas en el hogar para mejorar la comunicación erótica, técnicas de relajación, entrenamiento en el uso de la sexualidad verbal y táctil, entre otras.
Un/a sexólogo/a aborda tanto los factores orgánicos como psicológicos. Si existieran causas médicas (como desequilibrios hormonales), el especialista puede orientarte hacia otros profesionales (médicos o endocrinos) o recomendar tratamientos específicos (terapia hormonal, ajuste de medicación). Si el problema es principalmente emocional o relacional, la terapia incluirá apoyo psicológico: aprenderás a gestionar la ansiedad, mejorar la comunicación de pareja y reactivar el deseo de manera progresiva. El objetivo siempre es aumentar la intimidad y satisfacción sexual de forma saludable.
Es importante recordar que no sólo se acude al sexólogo cuando hay una disfunción grave. Los expertos recomiendan consultar también cuando se desea mejorar la vida sexual o prevenir problemas futuros. Por ejemplo, muchas parejas consultan simplemente para mejorar la comunicación o explorar nuevas posibilidades eróticas. En definitiva, la consulta a un/a sexólogo/a está indicada tanto ante dificultades evidentes (falta prolongada de deseo) como por interés en el propio crecimiento y bienestar sexual.
Conclusión
Bajar la libido puede ser una señal de desajuste en distintas áreas de la vida: física, emocional o de pareja. Buscar ayuda profesional no es vergonzoso, sino un acto de responsabilidad hacia tu salud integral. Todo psicólogo o sexólogo/a está preparado para atender con discreción y comprensión este tipo de problemas. De hecho, en muchos casos pequeños cambios (en el estilo de vida, la comunicación con tu pareja o la atención a tu descanso) bastan para ver mejoras. La importancia recae en normalizar la consulta y cuidarse: así como acudimos al médico si nos duele una rodilla, es legítimo acudir al sexólogo si nos duele nuestra sexualidad.
Hablar con un/a psicólogo/a especializado/a en sexualidad te permite explorar estas dificultades en un espacio seguro, confidencial y sin juicios.
El objetivo final es recuperar una vida sexual satisfactoria y saludable, que aporte plenitud y realización personal. La salud sexual es parte del bienestar general. En ese sentido, pedir orientación a un experto puede ayudarte a eliminar tabúes, resolver dudas y restablecer la complicidad en la pareja. Te animamos a entender la baja libido como una señal de tu cuerpo y tu relación que merece atención. Con ayuda profesional y un enfoque integral, es posible reconectar con tu deseo, reforzar la intimidad y promover tu felicidad.